lunes, 5 de septiembre de 2011

oda a la bichola

Me tocó leer al Milo Arce, putaquerrebueno es pa´ escribir como hablan los choyeros; a medida que 'leyia' parecía que 'oyia' a los rancheros cuando, desde arriba del GMC de mi abuelo Inés Ojeda Wear, (negro el cabrón troque, como las alas de un cuervo) 'oyia' las pláticas de los viejos... hoy que ya pinto canas de mi otoñal primavera (¡puta-viejo-rabo-verde!) me dio por acordarme que yo también me hice en los arroyos secos, arriba del Gramal, Baja California Sur (por si no saben) en un 'paraje', "rancho" decilla mi 'agüelo' que nombraban 'La Poza larga'
Allí se la pasaba el viejo jugando a la baraja (hoy le llaman 'poker') -- No le vayas a decir a tu nana Pema -- me recomendaba -- que me la paso jugando a la baraja.
-- Como cree tata -- le respondía junto a sus piernas, ¡y me daba una moneda 0720!
Toda la noche y todo el día se la pasaba sentado jugando con unos y con otros. Unos iban y otros venían con el pretexto de comprar 'fayuca' que despachabamos mi prima Norma y yo... Arroz, frijol, harina, café, azúcar, cigarros. las mejorales y demás yerbas las surtía mi tata: Manteca alcanforada, infudio de gallina, pomada de la campana, agujas, hilos, tijeras, etc, etc.
El abuelo tenía un 'macho' alfa, animal mostrenco, hijo de una yegua y de un burro maneadero (como habrá sufrido la condenada) que sólo se dajaba montar por su dueño.
Un día un vecino llegó en un burro, (se parece al relato del Milo, alamejor es el mismo, no se) lo dejó bajo la sombra de un palo verde, junto al macho de mi tata, y se dio cuenta que ya habían pasado algunos días cuando le dijimos que su burro se había muerto. El macho del abuelo era desensillado, y luego dejado libre, por uno de los hijos de mi tío Manuel, el Manny Ojeda, no recuerdo si por el Meño o por Ramón (recién fallecido por cierto) y, como no tenían la órden del vecino, al burro lo dejaron amarrado, y con el burriquete puesto y pue´a los días el pobre bruto cayó muerto de hambre y sed -- es todo lo quiba dar -- dijo el señor de huaraches, camisa blanca, pantalón café y sombrero de palma.
Pa´que se fuera pa´su casa, y se llevara 'la silla del burro', le prestaron el macho de Inés, como le decían al mulo alfa del abuelo y ¡cuaz! cayó de salate el que entonces me dí cuenta que 'traiba' pantalones de caki.
El Milo, en su libro El Corral de Piedra escribió de todo y 'parecilla' que era yo el que andaba en los mismos andurriales: la teneria, los cuatro molinos, el gramal, etc, etc. pero lo que más me impactó fue que le llamó Oda a la Bichola al poema entreguista del hijodesuchingadamadre Fernando Jordán, y que muchos Californios le hacen honores como si fuera un gran personaje. ¡Un gran bandido es lo que fue! Le robó las tierras a las tías de mi abuelo Manuel De la Rosa Jordán. Las sorprendió con que le arreglaría los titulos en la ciudad de México, ¡si se los arreglo el hijodesuchingadamadre pues los puso a nombre de Guillermo Almaráz!.
Pero esa será otra historia que contaré cuando me termine de comer estos higos que mi tata Inés sembró en la finca de Los Dolores, según se va por la costa norte de la península, hacia Loreto, la primer capital de Las Californias. 

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